1.El sentido de la utopía
La noción de utopía se suele utilizar para referirse a un programa sociopolítico que se proyecta en el futuro como un ideal irrealizable, pero que sirve de referente para la acción, a la vez que como un elemento de crítica hacia el presente.
Este concepto deriva del griego tópos, que significa “lugar”, y del prefijo ou, que es la negación “no”. Así, utopía equivale a “lugar inexistente”. No obstante, también se puede interpretar que el prefijo es el valorativo eu, que en griego significa “buen”, dando a entender que una utopía es un “buen lugar”. En resumen, la utopía sería “un buen lugar que no existe”.
El primero en usar esta expresión fue el político y filósofo inglés del siglo XVI Tomás Moro, quien escribió una obra con ese título.
Así pues, podemos distinguir tres funciones clave de la utopía:
*Función crítica: la utopía cuestiona la sociedad existente, señalando sus problemas. De modo que su intención es mejorar la sociedad (contra la ideología que oculta y que justifica el statu quo)
*Función pragmática u orientativa: indica qué hacer y hacia dónde dirigir los esfuerzos para conseguir una sociedad más justa e igualitaria.
*Función esperanzadora: el deseo de cambio y la elaboración de un proyecto utópico dota de sentido la existencia de los individuos que anhelan un cambio social y político.
2. Propuestas utópicas en la historia de la filosofía.
Aunque fue la obra de Tomás Moro la que dio nombre a este estilo de pensamiento político y de literatura filosófica, existen otras obras de este tipo, anteriores y posteriores.
*La República. Es un diálogo escrito por Platón en el siglo IV a.C. En él diseña una sociedad justa dividida en tres grupos sociales: productores, guardianes y gobernantes. Cada uno asume una de las tres tareas principales que requiere una buena organización social: la producción de bienes, la defensa y el Gobierno. La pertenencia a cada grupo depende de las cualidades naturales que se poseen y que se perfeccionarán mediante la educación. Platón sostenía que los gobernantes debían ser filósofos, ya que ellos conocen los auténticos valores que han de imperar en la sociedad y, por tanto, son capaces de promoverlos y aplicarlos correctamente.
*La ciudad de Dios. Es una obra de san Agustín de Hipona escrita en el siglo V. En ella, desde una perspectiva cristiana, distingue dos concepciones de la sociedad: una formada por quienes aman a Dios hasta el desprecio de sí mismo y otra integrada por quienes se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios. La primera es la ciudad de Dios, de inspiración cristiana, que es la que debe orientar a los encargados de organizar las sociedades reales. LA segunda es una ciudad pagana contaminada por el pecado, que se presenta como modelo negativo del que hay que alejarse.
*Utopía. Tomás Moro comienza ocupándose de los problemas que aquejaban a la política de la Inglaterra de su época, para luego describir una isla imaginaria llamada Utopía donde se habría desarrollado una sociedad perfecta. La clave se encuentra en la abolición de la propiedad privada, que Moro considera el origen de todos los males.
*La ciudad del sol. Fue escrita por Tomás Campanella a principios del siglo XVII. Describe una sociedad que recuerda en parte a la de san Agustín y en parte a la de Moro. Propone una organización teocrática, como lo era la ciudad de Dios, pero en la que se renuncie a la propiedad privada y se abogue por una especie de comunismo ideal, similar al que había sugerido Tomás Moro en su Utopía.
*La nueva Atlántida. Escrita por Francis Bacon el 1626, presenta la particularidad de vincular la perfección de esa sociedad ideal con la correcta utilización de los avances científicos.
En el siglo XIX, el pensamiento utópico abandonó el estilo literario y se centró en la implantación efectiva de una sociedad ideal. A esta época pertenecen los socialismos utópicos de Henri de Saint-Simon, Charles Fourier, Flora Tristán y Robert Owen. Todos ellos comparten la preocupación por la correcta distribución de la riqueza que se generó gracias a la Revolución Industrial. Fourier y Owen llegaron a poner parcialmente en práctica sus ideas al crear sociedades de voluntarios que decidieron vivir de acuerdo con los principios políticos propuestos por ellos.
En la actualidad, el pensamiento utópico se ha orientado hacia las aplicaciones de la tecnología con el fin de mejorar y de potenciar las capacidades de los seres humanos como individuos (transhumanismo), dejando relegadas en un segundo plano reivindicaciones políticas de cambio social a gran escala.
3.Las distopías
Toda utopía, como modelo ideal de sociedad, puede considerarse, desde otra perspectiva, como su contrario. En ese sentido, la distopía sería la imagen invertida de la utopía.
Así pues, la distopía es un género literario que suele combinar elementos de crítica política y de ciencia ficción, y en el que se presenta una sociedad aparentemente justa de forma repulsiva. Por tanto, la distopía consiste en la crítica de una utopía previamente planteada y, en cierto modo, sería un fenómeno subsidiario de los proyectos utópicos.
Como ejemplos de la literatura distópica podemos encontrar clásicos de la literatura del siglo XX, como Un mundo feliz de Aldous Huxley, o 1984, de George Orwell.
En Un mundo feliz, Huxley presenta los peligros de una sociedad planificada científicamente, en la que la libertad individual es sacrificada a favor de una concepción positivista de la felicidad.
En 1984, Orwell critica los sistemas totalitarios, en particular el régimen soviético de Stalin: en estos regímenes políticos, la vigilancia y el control amenazan incluso la libertad de pensamiento y los sentimientos más íntimos de los individuos.
Las distopías gozan de cierta popularidad en la actualidad en la literatura, en el cine o en las series televisivas: como ejemplos, se pueden proponer El cuento de la criada, de Margaret Atwood, novela y serie en la que se pone en cuestión la violencia y el control sobre la mujer, o Black Mirror, otra serie en la que se expone el impacto social y psicológico de las nuevas tecnologías digitales. En el mundo del cómic tenemos a Batman, Watchmen o Akira donde se relatan las aventuras de superhéroes que tienen que enfrentarse a la maldad presente en sociedades futuristas en las que se proyectan, acrecentadas, las calamidades de la sociedad actual.
En general, en las distopías se suelen denunciar algunos aspectos problemáticos que se aprecian en las utopías políticas y tecnocientíficas, entre los que se pueden destacar los siguientes:
*La planificación y el control social, que impiden el pleno desarrollo de la libertad individual.
*La instrumentalización y la cosificación del ser humano, que se convierte en una herramienta al servicio de un oscuro fin superior.
*La estandarización o la igualación, en que la se confunde la igualdad sociopolítica con la eliminación de la diversidad sociocultural.
*El cientificismo, que reduce la racionalidad a su aplicación tecnocientífica y que olvida la vertiente afectiva del ser humano.
*La tecnología como elemento de emancipación, olvidando que el progreso tecnológico puede generar nuevas formas de discriminación social.
Por otra parte, cabe distinguir también entre las distopías y las antiutopías:
*Las distopías suponen una crítica interna al pensamiento utópico desde sus propios supuestos, y en ellas se aspira a un auténtico progreso social que no se habría logrado en un proyecto político utópico determinado.
*Las antiutopías, en ellas se cuestionan las utopías desde su raíz y se trata de mostrar que el pensamiento utópico es absurdo y peligroso.
(Francisco Ríos Pedraza. 1 Bachillerato. Filosofía. Editorial Oxford. Madrid. 2022, D. Sánchez Meca, J.D. Mateu Alonso. 1. Bachillerato. Filosofía. Editorial Anaya. Operación mundo. Madrid. 2022)